Iniciamos año y, como de costumbre, empezamos a hacernos una lista con todo eso que queremos cambiar en esta nueva etapa.Empezamos llenos de ganas e ilusión y nos decimos “esta vez si”, “ahora es el momento”, pero poco a poco, una vez iniciado el curso, la motivación decae muy rápidamente y todas nuestras propuestas (empezar a ir al gimnasio, adelgazar, dejar de fumar, dedicarme más tiempo para mi,…) se disuelven.
Pero, ¿Cómo puedo conseguir que esa motivación inicial se conserve? ¿Hay alguna manera de conseguir tirar adelante mis proyectos? ¿Y si no tengo fuerza de voluntad?
En coaching trabajamos por objetivos, o propósitos. A menudo me encuentro en mi despacho gente que ha intentado varias veces conseguir un determinado objetivo y no lo ha logrado. A veces, conseguir eso que queremos depende de nuestra planificación y de una buena formulación. En mis cursos siempre pongo el mismo ejemplo. Si llego a Barcelona y le pregunto a alguien: “¿cómo puedo NO ir a la Sagrada Família?”, me mirará con cara extraña y me contestará, pues no te muevas. Eso mismo le pasa a nuestro cerebro cuando le decimos eso que NO queremos en vez de eso que sí. Siguiendo con el mismo ejemplo, si yo le digo a alguien al llegar a Barcelona: “¿cómo puedo ir a las Ramblas?”, seguro que si conoce el camino me podrá indicar. Si yo me digo NO quiero fumar, es posible que el cerebro no procese el NO y siga fumando. En cambio, si me digo “quiero llevar una vida sana y cuidar mi salud con…” podré empezar a descubrir por qué otro hábito sustituiré el tabaco. Te pido que cojas tu lista de propósitos para 2013 y te fijes en los objetivos. Para que sean más fáciles de realizar necesitas que cumplan las siguientes condiciones:
– Sean formulados en positivo. ¿Qué es eso qué quieres? Nunca eso que no quieres.
– Dependan de ti. Encontrar trabajo no depende absolutamente de ti, pero buscarlo de forma activa si, céntrate en ese objetivo, en la búsqueda y en qué harás de diferente para que sucedan cosas diferentes.
– Sean alcanzables. No te propongas nunca objetivos difíciles de alcanzar. Es mejor que te propongas objetivos más sencillos pero que sepas que podrás cumplir. Es decir, si quieres empezar a ir al gimnasio, proponte de entrada ir dos días a la semana, no cinco. ¿Por qué? Porqué si consigues ir esos cinco días, eso aumentará tu confianza, reforzará tu motivación y podrás mantener esos dos días o ampliarlo a tres. Si te propones ir cinco días, y a la segunda semana vas dos, caerás en el desánimo y es posible que la tercera semana no vayas ninguno. Si te propones adelgazar 2 quilos en una semana y lo consigues tendrás motivación suficiente para seguir adelgazando, si te propones 5 quilos y adelgazas 2 te sentirás defraudado y quizá pares el régimen. Así pues, proponte objetivos realizables, aunque de fondo tengas grandes metas.
– Lo más concretos posibles. Es decir, no se trata de proponerte dedicarte más tiempo, sino, por ejemplo, dedicarte una hora al día para ti. Eso te ayudará a materializarlo.
– Cárgalo de emoción. ¿Cómo te sentirás si lo consigues? Fantasea con esa idea, siente la emoción que te proporcionará. Eso te dará fuerza en los momentos en que puedas desfallecer.
– Objetiviza la meta. Pregúntate, ¿cómo sabrás que lo has conseguido? ¿Qué se verá desde fuera de diferente en tu vida?
Te animo a que cargues de realidad tus propósitos. Cumplir un objetivo da una alta dosis de confianza que ayuda a cumplir el resto, sin embargo, no tirar adelante tus propósitos mina tu confianza y te aleja de nuevos objetivos. Si después de leer el artículo tienes dudas, deja un comentario, envíame un e-mail a info@isaacpalomares.com o pídeme hora y juntos lo haremos posible. Recuerda que el más largo de los caminos empieza por un pequeño paso.
Feliz 2013.
Un abrazo,