Antes de finalizar una relación sentimos cierto malestar y llegamos a enfadarnos con la persona que queremos dejar. Eso nos impide ver todo aquello que nos ha aportado. El enfado puede ser bueno, o incluso necesario, para alejarnos emocionalmente del otro, pero la despedida no podrá ser completa sin el reconocimiento de todo lo bueno que me ha aportado. Como explica Bert Hellinger en «Los órdenes del amor», para poder finalizar una relación del tipo que sea necesito tomar lo bueno que me ha entregado.
Es maravilloso observar como si acepto los regalos de aquella relación, de aquella persona, el vínculo permanece, se transforma o se rompe de la forma más amorosa posible, propiciando que pueda establecer futuros vínculos sanos.
Si no recibo lo bueno, quedo atado junto a esa relación para siempre. Es cuando agradezco lo recibido y le doy un espacio en mi corazón que quedo libre de verdad para establecer nuevos vínculos.
María dejó a Fran*. Fran sentía cierto resentimiento hacia ella, hasta tal modo que empezó a odiarla. Si la odiaba seguía pegado a ella. Fran llegó a mi consulta porqué tenía dificultad para establecer relaciones de nuevo. Era imposible, ya que seguía atado emocionalmente a María. Durante el trabajo Fran empezó a querer de nuevo a María, a agradecerle interiormente todo lo que le había proporcionado y así pudo despedirse de ella. Consiguió tomar lo bueno de María. Mientras trabajábamos el agradecimiento incluso a la decisión final de María, Fran conoció a Ana y se enamoró de nuevo.
¿Cómo puedo tomar?
– Haz una lista de las cosas buenas que te proporcionó la relación.
– Agradece los aprendizajes vividos junto a esa persona.
– Lleva en tu corazón los momentos compartidos mientras fuiste feliz en ese vínculo.
Del mismo modo, sólo podremos distanciarnos de nuestros padres y empezar una vida adulta sana, cuando sepamos agradecer y recibir lo bueno que nos dieron, pero esto es tema de otro post.