«Pensó que con un tiro pararía sus corazones y lo único que consiguió
es que el eco de sus latidos retumbara con más fuerza.
El amor siempre suena más alto que el odio».
#nanorrelato
Hoy he querido dedicar el artículo del blog a la masacre en la discoteca gay de Orlando y a todos los crímenes de odio. Los crímenes relacionados con la identidad me parecen especialmente terribles. No condenas a alguien por las bambas que lleva, ni por las creencias que ha decidido tener, lo atacas por su propia naturaleza, por lo que es, por aquello que le identifica como humano: la orientación sexual, el origen étnico, el género,… Le estás diciendo que como humano está equivocado.
En muchos países mueren homosexuales, transexuales, mujeres, personas con orígenes étnicos diferentes sólo porque alguien ha decidido que su naturaleza no es natural, algo absolutamente paradójico, ya que no puede ser antinatural algo que es fruto de la propia naturaleza y que tiene que ver con ella.
Pero no hace falta llegar a los delitos de sangre. A diario, hay pequeños criminales intentando negar la verdad de multitud de personas, una verdad que se intenta abrir paso a través de cada poro de sus pieles. Igual que una mujer nunca podrá dejar de ser mujer, una persona homosexual no puede elegir dejar de serlo, la única elección tiene que ver con respetar su propia naturaleza o ir en contra de ella.
Por eso, este tipo de crímenes son especialmente dañinos, por eso esas palabras ofensivas son especialmente crudas, y por eso, tantos jóvenes se suicidan en tantos países, porque si su naturaleza «es mala», lo único que te queda es acabar con ella y la única manera de hacerlo es acabando con la propia vida defectuosa de por sí, de ninguna otra forma se puede negar una naturaleza que no eliges, sino que te viene dada.
Cada palabra o acto de odio lleva implícito el mensaje «mi verdad es la única y quiero que te avergüences de la tuya». Lo que buscan estos mensajes es la mayor de las crueldades a las que puedes someter a un ser humano: el autorechazo.
Y cuanto más fuerte hagas oír tu verdad, más fuerte intentarán acallarla aquellos que piensan que sólo la suya es válida.
El colectivo gay está acostumbrado históricamente a recibir ataques y a salir reforzado de ellos, cómo dice Mecano «que con sus piedras hacen ellas su pared».
Pero por favor, desactiva las bombas con tus mensajes de odio, y desactiva las bombas que oigas a tu alrededor, en cada bar, en cada comentario de una red social, en cada encuentro. Cuando una minoría gana libertad, esa victoria no es sólo de la propia minoría, sino de la sociedad en general ya que se vuelve entera más libre.
Y tú, precioso/preciosa, que nadie calle tu verdad, y si alguien lo intenta: grita, grítala con todas tus fuerzas, pero no para él sino para ti, para que nunca nadie te haga dudar sobre ella.
Un abrazo,