
Andrea está muy enfadada con su mejor amiga, ha pasado una mala época y siente que ella no ha estado presente. Andrea ha sido muy atenta siempre con su amiga y no le perdona que no estuviera.
Berta guarda rencor a su ex pareja, le fue infiel mientras estaban en la relación.
Juan está muy enfadado con sus padres. Cree que si lo hubiesen tratado con más cariño ahora él no tendría problemas de autoestima. Siente que nunca estuvieron cuando los necesitaba.
Hace unos meses, una lectora del blog me pidió que hablase del rencor y la dificultad de perdonar. Hay multitud de artículos en internet sobre lo sano que es perdonar y liberarte del enfado que tienes hacia alguien o algo, pero no es algo tan sencillo como postulan la mayoría de artículos.
Toda conducta humana tiene o ha tenido una intención positiva. Al rencor le pasa lo mismo. Si no vamos a buscar lo que esconde de bueno esta conducta, difícilmente vamos a trascenderla por una de más positiva.
En muchas ocasiones oigo gente que dice «perdono pero no olvido». Y este será el camino que marcaré en este artículo, pero cambiaré el olvido, por el aprendo: «perdono y también aprendo». Hay muchas personas que usan esta frase precisamente para justificar su rencor o su dificultad para perdonar. Ese no es mi objetivo, quiero que puedas perdonar, si así lo deseas, y para ello, puedes asociarlo con el aprendizaje. Pero antes vamos a despojar el rencor de su intención positiva:
– El rencor te puede ayudar a estar atento. Sólo tenemos rencor cuando algo nos ha dolido. Buscar la manera de aprender a protegernos de ese dolor es humano y saludable. Por lo tanto, si perdonamos sin más, perdemos la posibilidad de aprender de la experiencia y así evitar el dolor en un futuro. ¿Qué pasaría si en vez de sentir rencor, sintieras que has aprendido? Andrea ya sabe que no le puede pedir a su amiga que esté presente en sus momentos difíciles, ya no contará con ella para eso, a aprendido. Ahora buscará refugio en otras amigas.
– El rencor te ata a la otra persona. ¿Verdaderamente quieres liberarte del otro? En muchas ocasiones, aquello que te mantiene atado a una ex relación es el rencor. Si lo sueltas, soltarás definitivamente a esa persona. En ocasiones, detrás del rencor hay amor. «Te sigo queriendo tanto, y me da mucha pena que todo no haya salido como yo esperaba. Pero si te dejo de tener rencor, definitivamente te suelto y te quiero aun junto a mi». Dice Echevarría (2007) «el resentimiento nos hace esclavos de quién culpamos y, por lo tanto, socava no solo nuestra felicidad, sino también nuestra libertad como personas»(p.84). ¿Qué pasaría si usaras aquello que os ha separado para aprender? Ya sabes lo que no te gusta del otro, pero eso no significa que tenga otras cosas que si puedas compartir. Berta puede soltar a su ex como pareja, y saber que nunca más lo quiere en con ese rol en su vida, pero quizá puedan tener una amistad o una relación cordial.
– El rencor te permite estar anclado al victimismo y justificar tu inmovilismo. Culpar a otros de tu daño, puede ayudarte a justificar tu falta de acción. Como en el caso de Juan, tiene toda su energía en el resentimiento hacia sus padres cuando quién ahora le impide ser feliz es él mismo. Echevarría(2007) explica sobre esto «al perdonar nos hacemos cargo de nosotros mismos y resolvemos poner término a un proceso abierto que sigue reproduciendo el daño que originalmente se nos hizo. Al perdonar, reconocemos que no sólo el otro, sino también nosotros mismos, somos ahora responsables de nuestro bienestar»(p.85). ¿Y si aprendieras a hacerte cargo de ti? Juan ha dejado de culpar a sus padres de su situación actual y a empezado a trabajar para potenciar su autoestima en el presente.
Por lo tanto, mi propuesta es sustituir el rencor por el perdón y el aprendizaje. ¿Qué has aprendido de esa situación que te ha hecho cambiar? Y no estoy hablando de un aprendizaje únicamente espiritual. Quizá el único aprendizaje que has sacado es que no puedes confiar en la fidelidad de esa persona, pues ten en cuenta esto si sigues manteniendo el vínculo.
Liberar tu corazón con el perdón no significa entregarte al otro como si nada hubiese ocurrido, precisamente significa haber aprendido de lo sucedido. Si yo me tiro de un metro y medio de altura me haré daño, y no por eso guardaré rencor al suelo que me dañó, pero no me volveré a tirar desde esa altura. Habré perdonado, sin rencor, pero con aprendizaje.
Echeverría, Rafael (2007) Ontología del lenguaje. Buenos Aires: Granica