Esos ojos tenían el poder de acunarle.
Por eso, cuando estaba mal se miraba en el espejo.
#nanorrelato
Juan tuvo una profesora de música amable, atenta y cariñosa. Con ella se sentía visto y motivado para el aprendizaje. Cuando cometía un error, sonreía y le animaba a seguir intentándolo. El profesor de matemáticas de Juan era exigente, nunca ponía la máxima nota porque consideraba que la perfección no existía y tenía una famosa libreta llena de negativos para cuando los alumnos no acertaban.
Hoy Juan es músico y no soporta llevar las cuentas de su casa. Es posible que, como el protagonista de esta historia, tu recuerdes a estos dos tipos de profesores y, también, puedas identificar a tu padre o tu madre en una de estas dos actitudes. Y aún más: ¿Podrías ver a cuál de los dos profesores se parece más tu comunicación interna?
La compasión no es una actitud de lástima o victimismo. Tampoco es un modo de conformismo. La compasión habla de la existencia del sufrimiento y de la voluntad de liberar al otro de su propio sufrimiento. La exigencia no te ayudará a conseguir tus objetivos sino a tratarte cada vez con más dureza, aumentando la torpeza en ti y desarrollando un círculo vicioso donde más torpeza llevará a mayor exigencia que conducirá a más torpeza.
¿Qué NO es compasión?
En primer lugar me gustaría dejar claro aquello que no es compasión: la pena, la autocomplacencia y el victimismo no son actitudes compasivas, ya que no tienen como voluntad la liberación del sufrimiento interno, sino todo lo contrario, el mantenimiento de ese estado de dificultad. Cuando alguien se ubica en ese punto entra en una actitud pasiva sintiendo que da igual lo que haga o diga, ya que va a seguir sumergido en el malestar. Es un abandono al sufrimiento.
La compasión no es pasiva sino proactiva. Parte de la premisa de que el sufrimiento existe, pero también de que tenemos la posibilidad de liberarnos de él. Una actitud autocomplaciente no busca la liberación del malestar propio o ajeno sino su mantenimiento.
Entonces, ¿qué es la compasión?
Ahora que sabemos qué no es la compasión, podemos empezar a hablar de aquello que la define. La compasión es según Neff (2017): la capacidad de atender el presente (la atención plena), la humanidad compartida y la amabilidad. Voy a explicarlos con más detalle y a contraponerlos con sus opuestos:
– El mindfulness o atención plena es la capacidad para estar anclado en el presente. En las sensaciones, emociones y sucesos que están sucediendo en este momento. Y también es la habilidad que te ayuda a desidentificarte de las experiencias. Tú no eres la pena, pero ahora estás sintiendo tristeza. Tú no eres cobarde, pero ahora sientes miedo. Su opuesto es la sobreidentificación, sentir que todo aquello que sucede a tu alrededor es personal «soy gafe», «siempre se está metiendo conmigo», «me ha mirado mal» .
– La humanidad compartida. Sentir que tu sufrimiento es parecido al de tanta otra gente reduce la sensación de soledad y reconforta tu corazón. Cuando sientes que estás afrontando sol@ la dificultad es más fácil que te invada la angustia. Por eso son tan útiles los grupos de apoyo mutuo. Su opuesto es el aislamiento, la sensación de soledad en tu dolor. Eso ocurre cuando no te importa que los demás hayan sufrido algo parecido a ti, o cuando no eres capaz de verlo. Las personas que ven más allá de su propio ego, suelen afrontar las dificultades con mayor serenidad. Si hay algo que te provocará mucho sufrimiento es la sensación de que eso, «solo te pasa a ti».
– La amabilidad. La posibilidad de entender cómo te encuentras y tener un trato amable y bondadoso contigo o con el ser que sufre abre tu corazón, y todo lo que te ofrezca apertura te ayudará a sanar. Su opuesto es el juicio hacia lo que haces.
Tan fuerte es el poder de la compasión que las investigaciones más recientes sobre el equilibro personal están demostrando que su desarrollo comporta mayor bienestar y serenidad que el trabajo con la autoestima (Neff, 2017).
Cuando en la consulta empiezo a trabajar la compasión, una de las resistencias más comunes para desarrollarla está relacionada con la consecución de los objetivos. Hay personas que consideran que la compasión les puede impedir mejorar y avanzar en sus metas. Tal y como explica Gilbert (2016) hay una forma de conseguir los objetivos que no está basada en el autoataque que tanto sufrimiento genera, sino en la autocorrección compasiva. En otro artículo hablaré de esto.
¿Quieres empezar a caminar por la senda de la autocompasión? Te animo a que te plantees:
¿Cómo te sientes en este preciso instante?
Si estás en un momento de sufrimiento, recuerda que hay mucha más gente en la misma situación que tú, y muchos otros que ya se han liberado.
¿Qué podrías decirte o hacer que te ayudara a sentirte mejor?
La compasión no es un proceso únicamente mental, es sobretodo emocional y quizá también espiritual. Cuando me despiertas compasión siento que mi corazón se enlaza con el tuyo y deseo tu alegría, tu plenitud y tu bienestar. Cuando yo siento autocompasión noto como mi corazón se entrelaza con mi alma y empiezan a emerger bonitos deseos para mí.
Juan tuvo una profesora que le acarició el corazón y eso lo inspiró a seguir sus pasos.
Gilbert, P. (2016): Terapia Centrada en la Compasión. Características Distintivas. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Neff, K. (2017): Sé amable contigo mismo. Barcelona: Paidós Divulgación.