Hace unos años decidí que uno de los mantras de mi vida sería la frase “que sea fácil”. Durante mucho tiempo tuve la sensación de que me había complicado mucho la vida: exigencia, estrés, búsqueda de las mejores oportunidades, intentos para complacer a todo el mundo,…
Después de un trabajo personal empecé a simplificar mi vida, empezando por mi agenda, mis actividades, mis relaciones,… empecé a sentir que no quería que aquello y aquellas personas que hacían de mi vida algo complicado formaran parte de ella.
Durante un tiempo, el mantra “que sea fácil” me acompañó y sano. Pero las palabras tienen un problema y es que liberan y encarcelan a la vez. Aquello que te dices genera una energía que te empuja o te constriñe, te ayuda a renovarte o te estanca, te acerca a la realidad y también te aleja.
Hace unas semanas que la vida es un poco más difícil, más densa, para mí y sé que para más gente (salimos de un letargo demasiado prolongado). No es que pase nada grave, eso haría la vida más dolorosa, no solo más difícil, y no es mi caso ahora. ¿Conoces aquella sensación de frustración que aparece cuando las cosas empiezan a fallar sin ton ni son? Una lavadora que se estropea, un trámite burocrático que entra en bucle, un problema con un vecino que te dificulta la tranquilidad en el hogar,… Aquellas pequeñas “cositas” que unidas hacen que el día a día sea un poco más pesado.
Cuando eso ocurre acabo frustrándome, ya no solo por lo que está sucediendo sino porque no respeta mi idea de que debería ser fácil. Y aquí, el mantra que me había ayudado, empieza a entorpecerme, la búsqueda de lo fácil se convierte en una idea de cómo debe ser la vida. Y está, vuelve a mostrarme, como siempre que quiero controlarla, que ella fluye como quiere y por dónde quiere.
Una vez más tengo que arrodillarme frente lo absoluto, reconociendo de nuevo mi propia pequeñez ante una vida que es más libre que yo.
Quizá te ha pasado algo parecido con la tranquilidad, el equilibrio, la calma, la alegría,… Puedes trabajar para lo que quieres que pase o que sea tu vida, pero inevitablemente, vas a tener que aceptar que en muchas ocasiones eso no se manifiesta.
Así que solo me queda procurar que la vida sea fácil, a sabiendas, que a veces será difícil, porque las cosas no son como yo querría, ni como tu querrías. Las cosas van a ser como tengan que ser. Y yo voy a seguir tratando de hacerlo fácil, pero procuraré sonreír, cuando la vida se quiera divertir conmigo.
Te abrazo,