En ocasiones, me siento absolutamente conectado con los demás, siento que la vida corre por mis venas como el agua lo hace a través del río. Noto como si mi corazón hubiese explosionado en una primavera que acontece de golpe, siento que importo menos y me emociono más contigo. Es una especie de conexión divina que me lleva a desear la felicidad de todos los seres de este mundo tanto o más que la mía propia. Es como si mi piel dejara de ser frontera para desaparecer, es sentir que el amor me hace florecer. Esta sensación a veces ocurre de forma espontánea, pero es mucho más habitual si la entreno. A veces, en consulta contigo, es posible que hayas notado como mis ojos se llenan de lágrimas al percibir la belleza del momento, otras en cursos, con mi pareja, con el encuentro familiar, con amigos o solo. Algunas personas usan drogas para llegar a esto, pero te aseguro que no son necesarias.
Antes de escribir este texto me planteaba buscar artículos científicos que avalasen lo que te voy a contar y exponértelo con datos, pero he decidido dejarlo para más adelante. Si te apetece puedes hacer una búsqueda en internet y encontrarás conexiones importantes entre resiliencia y espiritualidad, entre otras. Pero te lo contaré en otros artículos. Hoy me apetece más hablarte de mi visión sobre ella en base al trabajo que he llevado a cabo durante más de quince años y la formación que de forma reglada y no reglada he realizado.
Espiritualidad viene de espíritu, que, usando una de las acepciones de la RAE lo podemos definir como la esencia de alguna cosa. Entonces, la espiritualidad es el encuentro con la esencia. A esta definición yo le añadiría la palabra conexión. La espiritualidad es conexión con la esencia.
Durante muchos años se ha contrapuesto el trabajo científico con la espiritualidad, pero creo que ha sido un error -necesario- que podemos empezar a subsanar. Creo en la ciencia como el mejor método racional para describir todo lo material, objetivo y externo. No creo en una espiritualidad que pretenda desplazar la ciencia de sus funciones, creo que la primera debe abrazar a la segunda. Lo que la ciencia explica, bien razonado esta, pero no todo puede ser explicado. La espiritualidad del s.XXI no puede renunciar al fantástico marco científico, hacerlo sería debilitarla, por lo contrario creo que la espiritualidad trasciende el método científico. Trascender es integrar, no renunciar a eso. Tampoco creo que todo tenga que explicarse desde la ciencia. Cuando en mis cursos hablo de espiritualidad, siempre digo lo que está avalado científicamente y lo que no. En la era de la razón objetiva hemos olvidado y despreciado otras fuentes de conocimiento. Podemos objetivizar qué hace el amor en nuestro cerebro, pero nunca podremos describirlo. Podemos encontrar la manera concreta de expresar como las personas conectan entre ellas, pero nunca podremos definir lo que cada una siente. La traducción interna y subjetiva de los impulsos eléctricos y químicos que nuestro cuerpo realiza siempre será un misterio. Sobre esto Ken Wilber tiene una teoría maravillosa sobre los cuadrantes de la realidad.
No es mejor la ciencia que la filosofía, se ocupan de campos del conocimiento diferentes que pueden ser integrados. La espiritualidad -tal y como la entiendo – lo abarca todo.
Las diferentes religiones han preservado durante centenares de años la semilla de la espiritualidad, pero al mismo tiempo, con sus dogmas y Dioses externos, han quebrado el camino de miles de personas con hambre de fe. La espiritualidad del s.XXI no es dogmática sino liberadora, porque la esencia y la conexión lo son.
La espiritualidad no es religión, la integra y va más allá.
No es necesario estar cerca de ninguna religión para cultivar la espiritualidad, solo es importante pretender trascender tu idea del yo individual. Últimamente me encuentro con mucha gente que sin saberlo tiene una gran inquietud espiritual y otra, que creyéndose un gurú, no ha sido capaz de conectar con ella.
La religión que moraliza, dirige y dogmatiza se convierte en un conjunto de normas que poco nos hablan de conexión y mucho de deber. Dentro de todas las religiones hay gente profundamente espiritual que conserva la semilla y trabaja para hacerla crecer y personas con ansia de poder que pretenden imponer en vez de inspirar. Pero el problema no está en lo religioso sino en el poder y en la voluntad de someter. Eso existe en todos los ámbitos.
Por otra parte dentro de la new age hay mucha falsa espiritualidad que lo único que representa son egos hinchados que moralizan a todo su alrededor, sin humildad no hay conexión con la esencia.
En mi entorno hay mucha gente preocupada por la ecología, cada vez hay más jóvenes que se convierten en veganos o vegetarianos porque les importa el sufrimiento de otros seres vivos. La ecología, el veganismo o la protección del planeta son formas en las que se presenta la espiritualidad en las mentes puramente científicas. No es necesario ser vegano o vegetariano para desarrollar tu espiritualidad, pero sí pedir un trato digno para todos los seres vivos del planeta. Dar las gracias cada vez que te alimentas con un ser vivo que murió para que tu te alimentaras. Sentir una conexión que va más allá de ti.
Creer en el otro más que en ti
Algunos falsos gurús espirituales, hablan de ella como una herramienta al servicio egoico del bienestar. Nada más alejado, la espiritualidad no parte de un “yo” sino de un “nosotros”. Confunden la consecuencia con el fin. El contacto con esta parte de tu ser te va a ayudar a sentir mejor, pero no es el fin, es la consecuencia de la disolución de las fronteras entre tu y el otro. La conexión con la esencia te lleva a creer en el otro tanto como en ti. Te lleva a verte en el corazón del otro – no en sus ojos donde busques agradar, sino en su corazón donde quieras que él te agrade a ti-.
La espiritualidad es generosidad, es agradecimiento, es humildad y es profundo respeto. En el curso de este fin de semana, hablaba de misticismo cristiano, y en la conexión con el grupo – donde se me ocurren las mejores cosas – sentí que nada definía más la espiritualidad que el respeto. El respeto a ti, a mí, a los demás seres sintientes, a la Tierra.
Solo quien lo ha sentido en su propia alma, sabe cuanto de placentero es entregarse, rendirse, soltar. En la espiritualidad no me pregunto qué quiero yo, sino que quiere la vida de mí. Cómo puedo sentir, que en mi paso por el mundo, mi huella fue para mejorarlo, o como mínimo para no empeorarlo.
La espiritualidad no es tener muchos seguidores a los que influir, es bendecir la barra de pan que compras y quién te la entrega. Son las pequeñas acciones que haces desde el corazón las que te acercan a la conexión porque creo que el espíritu mora en el corazón más que en la mente. Cuando en la consulta le pido a mi paciente que localice la plenitud en alguna parte de su cuerpo, casi siempre me señala el corazón. Nunca la cabeza.
Para desarrollar la espiritualidad, entrégate o suéltalo todo.
En próximos artículos te contaré como puedes ir desarrollando la parte espiritual que nace en ti. Para ello no es necesario creer en Dios, Alá o Buda, aunque seguramente puede ayudarte. Para ello es necesario creer en los demás, en el más vulnerable. Alegrarte por los logros ajenos y movilizarte para erradicar el sufrimiento. Con abrir los ojos a la vida es suficiente. El Dalia Lama dijo que lo mejor era abrazar la religión de la zona donde vives, el sacerdote cristiano Pablo d’Ors cuenta que todos los caminos místicos que prenden de cada religión son útiles, pero que es necesario decidirse por uno. El filósofo Héctor Sevilla explica que no es necesario seguir el camino de ninguna religión para contactar con lo absoluto, sino estar abierto. La apertura es otra de las cualidades que destaca el jesuita y antropólogo Javier Melloni.
La mística y la religión
La religión explica dogmas y normas para llegar a un Dios externo. El misticismo es el encuentro privado y sin mediador de Dios. Un Dios que habita en mí, en ti y en todo. Un Dios que no tiene forma humana, que es el creador y lo creado. El Reino de los cielos no está arriba sino dentro de ti, igual que el Atman hindú o el Nirvana budista. Las religiones solo son herramientas, caminos que deben ser liberados de sus dogmas para adaptarse al s.XXI. La religión es pre-racional y el misticismo es post-racional. Para acercarte al misticismo debes haber dudado o dejado de creer en Dios. La fe pasa de ser algo externo a algo interno – las creencias se fortalecen- y la relación con lo absoluto deja de ser pública para convertirse en algo íntimo.
Las religiones han causado muchísimo dolor – también la ciencia en la Alemania nazi y no por eso la descartamos – ¿podemos readaptar su filosofía al siglo XXI? ¿Podemos no renunciar al mensaje por culpa del mensajero? Me gustaría hacer una última reflexión, a pesar de todo el dolor causado, no quiero olvidar algo que me parece muy importante. ¿Sabes cómo de significativo es decirle a alguien marginado o rechazado socialmente, que Jesús, con su forma humana, le ama? Se me pone la piel de gallina. Quizá tu que lees esto has tenido siempre la suerte de tener alguien que te amara, pero no todas las vidas empiezan igual que la tuya.
El otro día, en consulta, con una paciente católica que se estaba tratando con dureza por un error que había cometido le pregunté: “Si Dios te hablase, ¿qué te diría sobre esto?” Y me contestó “estoy aquí para ayudarte”. Su inquietud y angustia se transformó en calma. La espiritualidad no es un Dios que enjuicia, es una madre que acompaña.
Y para ti, ¿qué es la espiritualidad? ¿De qué elementos sobre ella quieres que hable en mis próximos artículos?
Te abrazo,